Enrique IV asumió el trono en 1594, un momento en que París estaba debilitada por las guerras civiles y necesitaba ser revitalizada. Su objetivo era convertir la capital en un símbolo de su poder y prosperidad, restauró y fortaleció la monarquía y se ganó el reconocimiento general de su autoridad gracias a concesiones liberales.
    La propuesta urbana de Enrique IV se centró en la modernización de París, destacando la creación de espacios públicos, tuvo que partir de cero ya que no había centros urbanos preexistentes de los cuales podía inspirarse, por lo cual creó un nuevo elemento urbano, la place royale, en busqueda de embellecer la ciudad y fortalecer la imagen del rey.

    Como lo propuso Enrique IV, estas plazas tienen una diferencia importante con el prototipo al estar rodeada de viviendas en vez de tener puramente fines monumentales (civiles). Materializa la nueva relación entre el soberano y  “su pueblo”, al mismo tiempo que puede emplearse para expresar cierto orgullo burgués. La place royale fue de importancia decisiva para el desarrollo urbano de los siglos siguientes no solo en Francia.

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